Después de un TCE se suelen producir cambios tanto a nivel cognitivo como conductual, aparte de los físicos. Son frecuentes los cambios de personalidad, los déficit de memoria y atención, cambios en el estado de ánimo, o baja capacidad de concentración.

Para estos casos suele ser necesaria una rehabilitación cognitiva y conductual, es importante hacer una valoración del paciente, ver que secuelas y daños presenta para elaborar un tratamiento personalizado y orientando a la recuperación del paciente.

La mayoría de las veces el paciente no es consciente de sus propias limitaciones o intente ocultarla, y aquí la función del neuropsicólogo es crucial para detectar el nivel de deterioro. El profesional y los otros cuidadores tienen que entender que es importante no dañar la autoestima del paciente y motivarle en la recuperación.

Las rutinas deben formar parte del proceso de rehabilitación, es importante que haga algunos ejercicios tanto físicos como cognitivos, y que tenga un horario estructurado ya que esto le ayudará en su organización.

Cambios de personalidad:

Después de un Traumatismo Craneoencefálico se suelen producir cambios llamativos en la personalidad. Para la familia es duro ya que lo comparan con la persona que era antes del accidente, se pueden producir irritabilidad, frustración, depresión, estar ausente o absorto en sí mismo. Es común que el paciente tenga cambios de humor bruscos y sin motivo aparente (risas exageradas o llanto súbito).

La falta de emoción puede aparecer en la primera etapa de la recuperación, es importante tener en cuenta que esto se debe a la lesión y los cuidadores no deben tomarlo como algo personal. Hay que intentar estimular al paciente para conseguir la respuesta emocional como la sonrisa o el llanto.

Con las conductas agresivas hay que mantener la calma, intentar no discutir con él y siempre utilizar técnicas de negociación. Mostrarle cariño y comprensión ante su situación, no desafiarle ni contradecirle.

Existe la posibilidad de que aparezca una conducta sexual inapropiada, bien porque el afectado pierde el interés por el sexo o al contrario, se desinhibe y tiene conductas que pueden generar estrés o vergüenza en los cuidadores o familiares. Al desinhibirse puede emplear un lenguaje grosero e inadecuado que anteriormente no había utilizado. En estos casos hay que intentar hacerle comprender que la conducta no es correcta.

A continuación les dejamos un vídeo de una familia que sufrió este proceso:

Jaime Naranjo Alcaide. Neuropsicólogo.

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