
Secuelas Físicas o Motoras
Estas secuelas serán diferentes en cada enfermedad, por ejemplo en el caso del párkinson se producen temblores que dificultan y afectan a la vida cotidiana de las personas que la padecen, si hablamos de Alzheimer avanzado estamos ante pérdidas motoras que en un principio pueden afectar a simples tareas como abrochar un botón, pero que con el tiempo pueden afectar a capacidades motoras más importantes como comer, o caminar.
En el Ictus, estamos ante la pérdida de sensibilidad o pérdida total del movimiento dependiendo de cada caso. Al igual que ocurre con las capacidades cognitivas, dependiendo de la lesión cerebral, de la edad y sexo del paciente, el pronóstico de recuperación será mejor.
Secuelas cognitivas, emocionales o conductuales
Muchas veces estas secuelas no son aparentes y pasan desapercibidas pero en ocasiones las mismas pueden afectar de forma más profunda a la vida del paciente. Estamos ante los casos de pérdida de memoria, incapacidad para mantener la atención, desorientación, labilidad emocional, presentación de conductas impulsivas, irritabilidad excesiva.
Aquí es donde el neuropsicólogo debe actuar, detectando que secuelas tiene cada paciente y preparando un modelo de terapia orientado a trabajar en la rehabilitación. Por otro lado, es importante que el profesional ayude al paciente a entender su enfermedad, ya que en estos casos es muy común que aparezcan problemas emocionales como la depresión.
Alteraciones del habla y la comunicación
En este caso estamos ante trastornos del lenguaje que pueden afectar a la capacidad de hablar del paciente o de comprensión del lenguaje. Dependiendo del área de comunicación que este afectado el neuropsicólogo podrá tener la necesidad de derivar a un logopeda especializado.