Cuando tratamos con una persona enferma de Alzheimer, nos damos cuenta de que hay muchos aspectos de su conducta y de su estado de ánimo que también se ven afectados.

El paciente, no sólo ha perdido sus capacidades cognitivas, sino que además, debido a los cambios que sufre en lo que se refiere a procesar la información, su forma de percibir o entender sus propias emociones también se verá afectada.

En el siguiente apartado, vamos a definir cuales son las emociones consideradas básicas y cómo su representación en el rostro, nos puede llevar a cualquier persona a sentirnos confusos. De esta forma, nos será más fácil entender que una persona que sufra un deterioro cognitivo puede también necesitar ejercicios dentro de la terapia de estimulación cognitiva, enfocados en la gestión de las emociones e identificación de las mismas.

Emociones básicas:

Las emociones consideradas básicas son la sorpresa, el miedo, el asco, la ira, la alegría, la tristeza y el desprecio. Si bien algunos estudios, considerando que hay emociones que comparten rasgos de expresión comunes como la sorpresa y el miedo, consideran que realmente tendríamos que hablar sólo de 4 emociones básicas. En cualquier caso, dejando la teoría aparte, si la consideración de cuántas son estas emociones ya lleva a discusión en el ámbito científico, no nos debe extrañar que cuando trabajamos o cuidamos a una persona con una enfermedad tipo alzheimer, el reconocimiento de estos rasgos para la identificación de las emociones se complique si cabe todavía más.

Terapia de estimulación cognitiva y gestión de las emociones:

Por todo lo explicado anteriormente, desde Impulsa Neuropsicología, creemos que es fundamental que no sólo se trabaje desde el punto cognitivo, sino que el profesional que acompaña al paciente en su día a día, entienda que sus gestos y su forma de comunicarse también pueden inducir a determinadas reacciones en el paciente.

Los cuidadores, que son las personas más cercanas al enfermo, no deben malinterpretar cambios de humor o reacciones poco apropiadas de los pacientes ante determinadas situaciones. Por ejemplo, la persona enferma puede confundir el miedo con la sorpresa o incluso con el asco.

Ejemplos de ejercicios o terapias que podemos utilizar para trabajar las emociones:

Un ejercicio muy utilizado es mostrar diferentes rostros con expresiones diferentes y ayudar al paciente a entender qué tipo de emoción es. También se le puede preguntar por situaciones en las que se haya sentido así. Aquí es importante tener en cuenta el grado de deterioro, ya que habrá etapas en las que no sea tan fácil poder trabajar con el paciente. Además, recordemos que si queremos estimular las emociones en los pacientes debemos favorecer que se sientan bien y tranquilos, por lo que hay terapias que nos pueden ayudar como acompañamiento a la estimulación emocional: la musicoterapia, la risoterapia, terapia con animales, el ejercicio físico, etc.

En definitiva, tenemos que intentar abordar el cuidado del enfermo desde un punto de vista holístico para favorecer que su estado de animo sea el más apropiado ya que esto será una ventaja para el bienestar del paciente y de su familia.

Patricia Franco Hernández

Periodista especialista en Psicología

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